miércoles, 19 de enero de 2011

Encuentros en la fase terminal



No sé cómo introducir la colaboración de hoy. Este texto (o textículo como lo define su autor) es de los que hacen aumentar la cuperosis en este "librero a su pesar", aunque ahora debería llamarse "librero a escondidas". Gracias amigo.



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Encuentros Marcianos" por Enrique Redel.

Me apetece hacer esta mañana un retrato de un cierto librero como young man. Traduzcamos, huyendo muy poco joyceanamente de esa infame versión de Dámaso Alonso, young man por hombre joven, y no ya por adolescente, entre otras cosas porque no es el caso, aunque a ese librero le apeteciera serlo. Me cuadra esta mañana hablar de un librero que uno diría en formación, de uno que, todavía en potencia, aún tiene lo mejor por delante para dar de sí. No hay nada más hermoso que lo que todavía tiene lo más valioso por dar. Porque ese sí es el caso.

Javier Morote es uno de esos libreros a los que uno siempre llama por el nombre de la librería, por costumbre, dado que uno llega a pensar que, en vez del librero, uno está hablando de la librería. De la librería como institución. Así que hablemos de él como Javier Auzolan. No se me ocurre mejor título.

Conocí a Javier hace ya años. No tantos. En el Universo Libro, galaxia España, existían una serie de puntos de referencia que uno tomaba para guiarse y no perderse cuando era novato, y Javier Auzolan era uno de ellos. Primero hubo contactos a distancia, vía correo diríase intergaláctico, vía teléfono, como ET con su casa, y así uno iba marcando sus hitos en la ruta. Javier estaba en todos los cruces de caminos. Tanto que si uno quería abrirse paso como joven editor en España había que tener en cuenta que en Pamplona el tipo a seguir era Javier. Luego, en un LIBER, establecimos contacto. Como los extraterrestres. Decidimos que hablaríamos en son de paz. Creamos vínculos, y durante tiempo dimos en intercambiar noticias entre civilizaciones (libreros, editores, vaya gente, a veces razas en guerra, en ocasiones compañeros de batalla). Ahora Javier se retira a sus cuarteles de invierno. Pero sigue siendo Javier Auzolan. Y que sea por muchos años.

Enrique Redel, editor de Impedimenta.
Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008




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